26 mar 2009

Floreal Avellaneda

“Fuimos secuestrados por ser comunistas, por pensar, por defender un ideal”
(25 de Marzo de 2009, www.lafede.org.ar)
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A33 años del Terrorismo de Estado, la memoria y las ansias de justicia continúan siendo las banderas de todo un pueblo que no está dispuesto a olvidar. Iris Pereyra de Avellaneda es una mujer con historia de lucha y con ideales más fuertes y firmes que nunca. A sus más de 70 años, lleva hoy la voz en alto, los parlantes encendidos y el volumen al máximo, procura que no se olvide, porque sabe, que esconder la identidad es matar la memoria.





Ella y su hijo Floreal “El Negrito” Avellaneda fueron detenidos ilegalmente por las fuerzas militares el 15 de abril de 1976, y como dice Iris: “Por ser comunista, simplemente por eso”. Por pensar, por defender un ideal desde las viseras o desde el vientre, ese mismo que defiende hoy, a casi 33 años de que su hijo apareciera muerto en las costas uruguayas el 14 de mayo 1976. El Negrito, soportó hasta la muerte las torturas propinadas por las genocidas, sin decir una palabra.



Iris, desde su celda, escuchaba atentamente los gritos de los detenidos que se enmarañaban entre los sonidos guturales de una radio, que pretendían esconder, los llantos y quejidos de los secuestrados.



Suena el teléfono, la puerta entreabierta deja pasar con claridad la voz del policía que atiende: “Comisaría de Villa Martelli, buenas noches”, un sarcasmo más en la historia argentina.



Las contradicciones de la subjetividad, derraman opiniones, “buenas noches”, y los gritos del Negrito llenaban de realidad el espacio que habitaba. Saber donde habían sido llevados, le brindo a Iris un ángulo distinto para luchar a posteriori. “Ellos mismos se cavaron la tumba, de eso no me iba a olvidar”.



La subieron a un auto, sola con el conductor que no emitía palabra, se bajaron, era de noche, caminaron algunas cuadras por un camino de tierra removida. Quince días de torturas reiteradas, sin horarios, los días y las noches transcurrían confundidos a través de una venda en los ojos y una capucha inmunda, que la mantenían aún más aislada. Solo podía precisar, que compartía, con otros detenidos, el espacio físico.



Iris recuerda su paso por Campo de Mayo, como el lugar donde sufrió las peores torturas, el Rolo, Escorpio y El Padre Francisco, fueron los encargados de la tarea. No hubo un lugar de su cuerpo que quedase sin picanear, y la pregunta obligada, “¿Dónde está tu marido?”, ellos lo habían visto escapar, y yo no sabía donde podía estar.



“Supongo que al Negrito todavía lo teñían en Martelli”. Reflexiona, con vos clara, quebrada por el tiempo.



“A los quince días nos avisan del traslado, después de haber sufrido un simulacro de fusilamiento, y ser llamadas por un número, nos ponen en fila india y nos obligan a salir. A medida que íbamos caminando, nos pegaban con un rebenque en las nalgas, hasta hoy siento ese dolor.”



“Cuando llego a Olmos, nos revisa una doctora, tengo los ojos hinchados y colorados, la conjuntivitis me había infectado los ojos”.



“Cristina Arevalos nos recibió muy bien, ya las chicas que habitaban el pabellón nos habían preparado una cama y algo de comida”. Hablando con sus compañeras pudo saber que la mayoría eran presas políticas, otras no tenían nada que ver con nada, habían aparecido en una agenda o estaban allí por error.



Las torturas ya no eran parte de la vida cotidiana, sin embargo Iris seguía privada de su libertad, Francisca González entrego a su hermana el teléfono particular de la familia de Iris, así fue como su cuñada pudo visitarla y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre se enteró de su paradero.



“Escribí muchas cartas en la cárcel, a la iglesia, a Cierra Chica, a varios ministros”, pero no hubo respuestas que pudiesen satisfacer el clamor de una madre por encontrar a su hijo.



Tres años más tarde, en el diario del Poder Ejecutivo Nacional, publican su nombre entre aquellos nominados para salir de la cárcel, Iris lleva consigo los teléfonos y direcciones de sus compañeras. Es trasladada a Coordinación Federal, nuevamente es interrogada por tres policías y llevada a una celda donde espera parada toda la noche a ser liberada. Un policía le propone la desafiliación al Parido Comunista pellizco mediante.



La libertad es inminente, se abren las puertas y su cuñada se encuentra afuera esperando junto a otras camaradas.



“El Negrito esta muerto, apareció en Uruguay”, comienza una batalla por recupera su cuerpo y porque los responsables paguen su pena.



Iris no se desafilió, y el Partido Comunista es querellante en el juicio que comienza por el secuestro y el asesinato del “Negrito” Avellaneda el próximo 15 de abril. Sentando un precedente, el PC y la FJC abren las puertas para que los partidos políticos tengan el derecho de perpetuar la memoria de sus militantes, no solo desde el recuerdo, sino también llevando a juicio a sus asesinos.

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